Hay cosas que son imposibles de olvidar. Momentos únicos e irrepetibles que se perpetúan en la memoria. Sin dudas, para Brian Arregui el 2018 quedará marcado a fuego en la línea de tiempo que trace su promisorio destino profesional. Por lo que vivió, por lo que creció y por lo que ganó. Con tan solo 18 años, llevó al boxeo nacional a lo más alto del podio en los Juegos Olímpicos de la Juventud y, recientemente, fue galardonado por el Círculo de Periodistas Deportivos, con el Premio Olimpia de Plata, como mejor boxeador argentino del año. Todo en seis meses inolvidables. «Los cuatro años de sacrificio tuvieron su fruto. Ahora debo seguir creciendo y no dormirme en los laureles si quiero hacer historia grande en el boxeo», expresa Brian, apenas arranca a repasar con LA NACIÓN el gran año que lo erigió en la mayor esperanza del boxeo amateur.
Por Andrés Vazquez
Como un rayo de luz en el firmamento, el presente del joven boxeador nacido en Villaguay, Entre Ríos, amenaza con un futuro gigantesco. Y no es ninguna casualidad que, a pesar de su edad, algunos promotores hayan posado su atención con firmes intenciones de contratarlo para que se desempeñe en el campo rentado. Sin embargo, él prefiere mantener los pies sobre la tierra y seguir cristalizando sus sueños deportivos sin quemar etapas. Porque en su mente hay un objetivo supremo: los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. «Estoy enfocado en completar el ciclo olímpico y llegar a Tokio de la mejor manera; tengo un año y medio para trabajar y seguir creciendo sin presiones», apunta Arregui, quien tiene a Brian Castaño y al mexicano Canelo Álvarez como sus dos máximos referentes boxísticos.
La medalla dorada en Buenos Aires 2018 fue parte un proceso rico y aleccionador de cuatro años de crecimiento constante como boxeador juvenil, con vivencias y experiencias inéditas que viajaron por la cumbre y por el llano. Sin embargo, el futuro asoma más que tentador. «Después del descanso se viene otra etapa nueva y más exigente en las competencias de AIBA. Hace cuatro años que dejó muchas cosas de lados porque quiero crecer en el boxeo y en la vida, no me puedo relajar», reflexiona. Entre los grandes desafíos que afrontará en 2019 están el prestigioso Memorial Tournament de Sofía, Bulgaria, en febrero, y en abril, el Torneo Continental de mayores clasificatorio para los Juegos Panamericanos de Lima (en julio). «El roce internacional es fundamental para crecer. Espero seguir contando con el apoyo necesario», comenta.
Arregui no es ajeno a la crítica situación económica con la que conviven los deportistas amateur en Argentina. Con apenas 11.000 pesos de ingreso (provenientes de becas del municipio de Villaguay y el ENARD), se las ingenia para administrar sus gastos personales, mantener a su familia y seguir adelante con la construcción de su hogar, donde vive con su mujer Paola, su hija Briana (1 año) y Santino (4), hijo de su pareja. «En Argentina es muy difícil ser un deportista amateur. Por lo general muchos venimos de familias laburadoras que hacen un esfuerzo enorme por ayudarnos. No todos los que cobramos becas estamos en igualdad de condiciones y nos alcanza», analiza Brian, que recientemente aceptó enrolarse en el Ejército Argentino y ser uno de sus representantes a cambio de una beca que incrementará sus ingresos sin resignar horas de entrenamiento y compromiso a su carrera. «Mi gran sueño es el bienestar de mi familia», revela con orgullo.
Para el pibe Arregui la familia es todo. Y eso se explica a partir de lo vivido en su infancia, cuando la muerte de su papá Raúl lo sorprendió con apenas ocho años. «No fue fácil crecer sin la figura de mi viejo», comenta Brian, además de reconocer que comenzó a boxear para mitigar el dolor y la tristeza de su partida. Su primer entrenador fue Darío Chanchito Pérez, que paradójicamente se transformó en suegro con el paso del tiempo. Hoy, quienes se encargan de pulir su talento en la selección nacional, son Fabricio Nieva, Víctor Hugo Castro y el excampeón mundial mediano Mariano Carrera. «Es un pibe adulto, muy responsable; no tengo dudas que va a llegar muy lejos», vaticina Carrera.
El capitán de los Pitbulls (selección argentina juvenil de boxeo), que idolatra a Lionel Messi y exhibe fotos en sus redes sociales junto a Maravilla Martínez, Chino Maidana y Marcela Tigresa Acuña, se sube a cada ring pensando en su ángel de la guarda, al que tiene tatuado en su pecho: su papá. «Sólo le pido que me cuide para que no sufra mi vieja», implora Brian, el menor de los cuatro hermanos Arregui y el único que, a pesar de la negativa de su mamá Gladys, se hizo boxeador. «Ella no quería que boxee, pero fue la primera en apoyarme y darme consejos. Ahora es la primera que se alegra cuando gano o me reconocen», admite el joven con la cara iluminada de felicidad y el Olimpia en sus manos.
A Brian Arregui el futuro se le asoma encantador, con forma de mujer hermosa, que lo mira desde lejos tratando de seducirlo con un simple guiño de ojos. Dependerá de él que concrete o no el romance con la historia grande del boxeo argentino. «Todo lo que logré este año espero que sea simplemente el comienzo de muchas cosas buenas que faltan lograr. Mi carrera recién está arrancando, hay que estar tranquilo. Si sigo trabajando a conciencia no tengo dudas que después de los Juegos Olímpicos de Tokio voy a ser campeón mundial y cumplirle el sueño a mi familia», se ilusiona. Hambre de gloria y condiciones tiene en cantidad.
Fuente: La Nación