Este jueves 17 de enero se cumplen 77 años del nacimiento de Muhammad Ali, o Mohamed Ali. Fallecido el 3 de junio de 2016, el estadounidense, nacido como Cassius Marcellus Clay Jr no solo ha sido el boxeador más legendario, sino la figura deportiva que más trascendencia ha tenido en otros ámbitos.

Ali fue uno de los mejores de la historia sobre el cuadrilátero. Ganó 56 y tan solo perdió cinco de los 61 combates que disputó, muchos de los cuales han sido calificados como las mejores peleas de todos los tiempos

Es el único boxeador que ha ganado en tres ocasiones el campeonato lineal de peso pesado, en 1964, 1974 y 1978. Además, fue el primero en conquistar el título mundial de peso pesado, otorgado por la Asociación Mundial de Boxeo, en cuatro ocasiones, en 1964, 1967, 1974 y 1978.

Sin embargo, más allá de sus épicos combates ante Sonny Liston, Floyd Patterson o Joe Frazier, por citar tan solo algunos, Ali fue una figura de enorme trascendencia social. Rechazó ser reclutado por las fuerzas armadas de Estados Unidos para combatir en la guerra de Vietnam, formó parte de la Nación del Islam y reivindicó los derechos afroamericanos.
«¡Di mi nombre!»

Para algunos, un provocador. Para otros, un genio. Su primera acción controvertida fue el cambio de nombre. En 1964, Cassius Clay se convirtió al islam bajo la influencia de Malcom X, y renunció a su nombre de nacimiento.

«Es un nombre de esclavo. Yo soy Muhammad Ali, un nombre libre: significa amado por Dios», anunció. Dos años después, el 31 de diciembre de 1966, Ernie Terrel se dirigió a él como Cassius Clay en la rueda de prensa previa al combate que se celebraría entre ambos para decidir el título mundial de 1967. Gran error.

Terrel llegaba a la cita como el mejor boxeador del mundo, pero, irritado por las rimas de Ali burlándose de él -una constante en el legendario boxeador-, le llamó Cassius Clay.

«¿Por qué no me llamas por mi nombre? No eres más que un Tío Tom», respondió Ali. Un Tío Tom es una persona negra que reconoce la superioridad del hombre blanco y acepta su condición de esclavo, según el folclore estadounidense.

Terrel, indignado, gritó: «¿Cómo se te ocurre llamarme Tío Tom?». En mitad de la discusión, Ali soltó un puñetazo sobre Terrel. Tuvieron que ser sacados a empujones ante la estupefacción de la prensa.

Poco más de un mes después, el 6 de febrero de 1967, Ali y Terrel entraron al ring. Lo que se vio a continuación no puede ser calificado de otra forma que no sea ‘paliza’. Ali golpeó sin misericordia a Terrel, que, pese a todo, aguantó quince asaltos.

Con cada toque de campana, Ali vociferaba: «¡Di mi nombre!». En cuanto acabó la pelea -Ali se llevó la victoria por los puntos y, por ende, el título mundial-, Terrel fue directo al quirófano: tenía un vaso del ojo izquierdo reventado y los huesos de la cara fracturados.

«Ali mátalo»

Meses después de si victoria ante Terrel, Ali fue condenado a cinco años de prisión por negarse a unirse al ejercito para combatir en Vietnam. Perdió su título mundial, su licencia para boxear en el país le fue suspendida por tres años y se le impidió salir del país, pese a que, como él mismo afirmó en una entrevista, tenía contratos de diez millones de dólares en peleas por Europa y África.

Sin embargo, su explicación al porqué rechazó ir a la guerra pasó a la historia: «Ellos -el Viet Cong- nunca me llamaron negro, ni me lincharon, ni me soltaron a los perros. No me robaron mi nacionalidad, no violaron ni mataron a mi madre y a mi padre. ¿Dispararles? ¿Por qué? ¿Cómo puedo dispararle a esa pobre gente? Solo llévenme a la cárcel».

Ali permanecería tres años y medio sin boxear, con un récord de 29 victorias y ninguna derrota. En 1970 dio comienzo su regreso. El 26 de octubre venció a Jerry Quarry en Georgia, único estado sin comisión de boxeo. El 7 de diciembre derrotó a Oscar Bonavena en Nueva York gracias a una autorización judicial.

El 8 de marzo de 1971 se enfrentó a Joe Frazier en la denominada ‘pelea del siglo’. Frazier, completamente opuesto a la personalidad abierta y extravagante de Ali, se llevó la victoria, aunque no pudo disfrutarla, pues ambos acabaron en el hospital.

Años después, en 1974, Ali conseguiría su venganza particular derrotando a Frazier. Sin embargo, su vista estaba puesta en otro punto: George Foreman, quien le había arrebatado el título mundial al propio Frazier.

El combate entre Ali y Foreman se celebró en Zaire, a las cuatro de la madrugada -hora local- y sin ser retransmitido por televisión. Ali se llevó la victoria, pero si algo pasará a la historia de tal enfrentamiento fue como el público jaleaba «Ali bumaye», lo que en lingala, uno de los idiomas del Congo, significa «Ali mátalo».

Figuras de entretenimiento

Esa fue la última gran exhibición de Ali, que se retiró de los cuadriláteros el 11 de diciembre de 1981. No fue el primero ni el último, pero sí el deportista con mayor trascendencia en la lucha por las causas sociales.

En 2010, en la presentación de unas deportivas, Cristiano Ronaldo, uno de los mejores futbolistas del mundo, afirmó: «Yo entretengo a la gente, soy un entretenedor y el fútbol es un entretenimiento».

Una frase completamente ajena a lo que representaba Ali, y que abre un debate: ¿Deben los deportistas, como figuras mediáticas que son, involucrarse en este tipo de luchas?

El último ejemplo lo encontramos en Colin Kaepernick, jugador de fútbol americano que, a finales de 2016, se arrodilló durante una interpretación del himno estadounidense como protesta contra la segregación racial.

Al de Milwaukee lo siguieron estrellas de la NBA como Stephen Curryo LeBron James, reclamando igualdad social para la comunidad afroamericana y dejando claro que el espíritu de Muhammad Ali sigue presente.

Fuente: El Español (elespanol.com)