Mientras coquetea con su regreso a los rings luego de cinco años de inactividad, Sergio «Maravilla» Martínez estuvo presente en el America Business Forum contando las claves de su éxito profesional y personal ante 5 mil inversores, emprendedores y políticos.

El deportista de 44 años confesó que no le da demasiada importancia a los diez cinturones mundiales que obtuvo en su trayectoria y hasta reconoció que estuvieron desaparecidos en su vida durante un largo tiempo. «Durante tres años los perdí. No sabía dónde estaban. Se ve que alguien me los pidió o a alguien les gustaba y se los llevó… Tres años después aparecieron, dejaron los cinturones en la oficina del gimnasio que tengo en Madrid. Y los dejé otro año más ahí. Los traje a Argentina y creo que están en casa de mi madre o de mi hermano. Es parte del recuerdo», señaló.

Entre otros consejos que les brindó a las personas que pagaron para poder vivir de cerca esa experiencia, les contó cuál fue el día que sufrió la mayor vergüenza de su vida: en la caída del primer round ante Richard Williams en una pelea que cambió su carrera.

«Estaba mi papá afuera. 48 horas antes había hablado con mi padre y le había dicho que no se me iba a escapar la oportunidad. En la primera caída, me levanté muy rápido y mi cabeza estaba por saturno. No sabía qué pasaba. Veía adelante mío a un hombre haciendo señas. Sentís una sensación placentera cuando te noquean. De repente me desperté, miré a mi izquierda porque estaba mi padre y sentí la vergüenza más grande de mi vida. Mi viejo estaba congelado. Se me cayó la cara de vergüenza cuando lo vi. Fue el trampolín que necesitaba», afirmó sobre aquel combate del 2003 en el Manchester Arena.

«Maravilla» recordó que su padre a dos días del combate no tenía pasaporte ni dinero para estar presente en el estadio, pero lo logró: «Hizo magia. Llegó y me dio una alegría tremenda. Hacía más de un año que no lo veía». También señaló: «Fue lo que necesitaba para sentir la fortaleza y que no se escapara el título».

Luego de esa caída y aquel cruce de miradas con su padre, Martínez modificó todo: «Supe que tenía que cambiar el plan de la pelea. Hay veces que tenemos que cambiar de plan. Esto sirve para la gente emprendedora: a veces estamos por el camino equivocado».

Finalmente, el argentino venció por decisión unánime al británico en su propia casa y se apropió del cinturón mundial de la Organización Internacional de Boxeo. «Todos los días tenemos un tren que pasa. Antes pensaba que pasaba una sola vez, pero me equivocaba. Esa fue una oportunidad en mi vida, acepté el combate, viaje a Manchester y el combate fue duro».

Fuente: Infobae