Un 17 de marzo de 1990, el peleador mexicano Julio César Chávez tocó el cielo y se convirtió en toda una leyenda del boxeo mundial luego de noquear en los últimos segundos al aguerrido Meldrick Taylor quien iba ganando esa pelea.

Por Sergio Meléndez

A 29 años de aquel combate, todavía se enchina la piel al ver las imágenes de ese tremendo izquierdazo que mandó a la lona al norteamericano cuando restaban 16 segundos para que terminara la batalla.

Taylor logró levantarse y el referee Richard Steele hizo el conteo de rigor, pero al ver su pésimo estado decidió parar la pelea y brinda el triunfo al mexicano en uno de los momentos más polémicos en la historia del boxeo.

Luego de ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1984 y formar parte de una de las generaciones de boxeadores más talentosos que ha dado Estados Unidos, que incluían a Pernell Whitaker y Evander Holyfield, Meldrick Taylor decidió incursionar en el profesionalismo.

Su carrera comenzó a ir en ascenso rápidamente y el 3 de septiembre de 1988 se convirtió en campeón mundial de peso súper ligero por la Federación Internacional de Boxeo (FIB) luego de vencer por nocaut técnico a Buddy McGirt en Atlantic City.

Luego de dos exitosas defensas y otro par de peleas ante los mexicanos Jaime Balboay Ramón Flores le llegó la gran oportunidad de retar al ya considerado “Gran campeón mexicano” Julio César Chávez.

El mexicano ya venía precedido de gran fama por haber enfrentado y vencido a peleadores de la talla de Mario Martínez, Roger Mayweather, Juan Laporte, Edwin Rosario, Rafael Limón, José Luis Ramírez, entre otros.

Era la pelea esperada, incluso la promoción de la misma fue llamada “Trueno” vs “Rayo” y se programó para el 17 de marzo de 1990 en el Hotel Hilton de Las Vegas, Nevada.

Y Taylor salió con todo, conectando y moviéndose sin ningún problema en los primeros asaltos ante un Chávez desconcertado por la velocidad de su oponente y sobre todo, por no poder conectarlo.

Pasada la mitad de la pelea Julio César comenzó a conectar sus poderosos golpes que de inmediato hicieron mella en Meldrick y se notaba, su rostro se desfiguraba cada vez más conforme pasaban los minutos.

Pero el buen trabajo que el norteamericano había hecho en los primeros asaltos lo tenía arriba en la puntuación de los jueces, para el último round solo era cuestión de esquivar a Chávez y esa fue la instrucción que Lou Duva, su mánager, le dio.

En la esquina contraria le rogaban al exhausto mexicano que peleara por su familia, por México y se llegó el doceavo asalto.

Taylor desobedeció a su entrenador y siguió echado hacia adelante. Eso convino a Julio quien siguió aterrizando sus devastadores golpes. A 16 segundos de que terminara la pelea, los dos peleadores se enfrascaron en un intercambio de golpes en una de las esquinas cuando de repente Chávez soltó un letal izquierdazo al rostro de Taylor que lo mandó a la lona.

Con mucha dificultad Meldrick se levantó y el referee Steele comenzó el conteo de rigor y de acuerdo a su propia versión, le preguntó tres aveces si estaba bien. Al no encontrar respuesta decidió parar la pelea a tres segundos de la campanada final ortorgándole el triunfo al de Ciudad Obregón, Sonora.

La decisión del tercer hombre sobre el cuadrilátero es una de las más polémicas en la historia del pugilismo por haber decretado el triunfo del mexicano con poco tiempo para el final. Alrededor de esa decisión surgieron diferentes teorías y opiniones divididas.

El hecho es que después de aquella fecha, la popularidad de Julio César Chávez se elevó a alturas inalcanzables convirtiéndose en una leyenda del boxeo y todo un ídolo de los mexicanos hasta la fecha. Incluso es considerado el mejor púgil azteca de la historia.

Por su parte Meldrick Taylor nunca se recuperó de aquella dolorosa derrota. Sufrió una golpiza que le dejó secuelas con el paso del tiempo y su carrera fue en claro declive. Todavía se enfrentaron en una segunda versión de la rivalidad, pero el resultado fue el mismo a favor del mexicano y aún más claro.

Fuente: Publimetro