El legendario pugilista estadounidense vivió una carrera meteórica al éxito y fama, pero que no finalizó como él y todos los aficionados querían
No solo ha sido uno de los cinco más grandes taquilleros en la historia del boxeo profesional, sino que es uno de los más grandes pesados de todos los tiempos, y una figura inolvidable para los aficionados al deporte de los puños.
Michael Gerard Tyson, conocido como Mike Tyson, se caracterizó por ser un golpeador tremendo, tanto como cualquier otro que haya sido conocido por poseer dinamita en grados máximos.
Nació el 30 de junio de 1966 en Brooklyn, uno de los barrios neoyorkinos que han aportado más gente a los cuadriláteros, y tras un ascenso sensacional bajo la dirección de ese genio que fue el manager Cus D’Amato, conquistó el campeonato mundial de peso completo el 22 de noviembre de 1986, al noquear en el segundo episodio al jamaicano Trevor Berbick.
Dueño como lo hemos mencionado de una pegada brutal, agregó a la misma un estilo altamente espectacular y emotivo, que lo convirtió en el atractivo principal del boxeo en el planeta mientras estuvo activo durante la primera parte de su carrera, antes de que mostrara que su cerebro era algo que no estaba preparado para manejar el éxito enorme, tanto deportivo como económico, que constituyó su presencia en los cuadriláteros, y que llevó a que personajes como el actual presidente de Estados Unidos, Donald Trump, se inmiscuyera en su carrera, al promover algunas de sus peleas en sociedad con Don King, quien era el empresario que manejaba al golpeador en todos los aspectos del pugilato.
Mike realizó 10 defensas, ocho de los cuales, ganó por la vía rápida, y en toda su campaña obtuvo más de 20 triunfos por nocaut en el primer round de sus compromisos.
Contra la totalidad de los pronósticos, perdió la corona contra James Buster Douglas, por nocaut técnico en 10 rounds. Aquella batalla que significó su debacle se efectuó en el Tokio Dome de la capital japonesa el 11 de febrero de 1990, y la derrota en mucho se debió a una mala actuación de quien fungió como tercer hombre en el ring, el mexicano Óscar Meyrán, quien incumplió con el reglamento al no seguir el conteo oficial del tomador de tiempo cuando el aspirante Douglas se fue a la lona rounds antes de que le dieran la victoria y lo declararan nuevo campeón mundial de la división grande.
Posteriormente Mike estuvo encarcelado de 1992 a 1995, acusado de violación. Aquella fue una sentencia que muchos consideraron injusta. La misma fue dictada por una jueza de Indiana, en donde se llevó a cabo el juicio.
En su retorno a los rings, y en plena libertad, Tyson continuó llenado arenas y la televisión llevó sus actuaciones hasta la mayor parte del planeta, incluyendo países en donde sus habitantes nunca habían tenido la oportunidad de presenciar un espectáculo como el que ofrecía siempre este sensacional noqueador.
Su vuelta a la actividad fue en 1995, y el 16 de marzo, un año después, reconquistó la corona al poner fuera de combate en tres episodios al británico Frank Bruno en el MGM, de Las Vegas.
Expuso por primera vez la faja en esta nueva instancia sobre el trono, contra Bruce Seldon al que derrotó en menos de tres minutos. Mike Tyson, siempre metido en problemas de índole diversa, renunció al título según se dijo por motivos contractuales y enfrentó a su compatriota Evander Holyfield, quien puso en juego la corona de un organismo distinto al Consejo Mundial de Boxeo (CMB).
Holyfield ganó por KOT en 11, y se vio que sus prodigiosas facultades de años anteriores había iniciado su declive, debido, en gran medida, por el desorden con el que había llevado su vida desde que empezó a ganar millones de dólares.
Después de esta derrota, vino la revancha (1997) y Tyson, dentro de su impotencia y violenta forma de ser, cuando se dio cuenta que no podía responder, en pleno escenario mordió una oreja a Holyfield y le arrancó un pedazo, lo que originó un castigo más para él entre los muchos a los que se vio sometido a lo largo de su presencia en los escenarios de pelea.
Posteriormente entró en plena decadencia física, las derrotas llegaron y se vio tan mal en las últimas que decidió poner fin a su sensacional carrera, una de las más impresionantes que se han conocido desde que existe el boxeo.
POR VÍCTOR COTA / El Heraldo México