Por Tim Arango / La Nación
Andy Ruiz Jr. es gordo, no hace falta decirlo. Le han dicho que es un «gordo descuidado», el «Osito del Pan» o -algo más benevolente- «el Chico de la Lonchera». Por increíble que parezca, su exentrenador lo comparó con Russell, el niño angelical y obeso de la película Up. El ritual que tiene de engullir barras de Snickers antes de cada pelea ha alimentado esta imagen.
Sin embargo, ahora tiene un nuevo apodo, uno que su padre le gritó hace poco desde la audiencia del programa de TV de Jimmy Kimmel (de la CBS de Estados Unidos) en Los Ángeles, cuando Andy estaba sentado bajo los reflectores: el «Rocky Mexicano».
El 1° de junio, Ruiz Jr., de 29 años e hijo de inmigrantes mexicanos, se convirtió en el improbable campeón de boxeo de los pesados tras aporrear y derrumbar en repetidas ocasiones a Anthony Joshua, el campeón escultural e invicto del Reino Unido que hacía su debut estadounidense en el Madison Square Garden, rodeado de un aire de victoria predestinada y con la misión de restaurar la gloria en la división de los pesos pesados.
Desde ese momento, la fama y la riqueza han llegado de prisa para el chico que tira golpes asesinos y es originario de la ciudad fronteriza de Imperial. Ha generado casi 6 millones de dólares en ganancias. Apareció en el programa de Kimmel. Realizó un viaje a Ciudad de México para ver al presidente Andrés Manuel López Obrador.
Aunque Joyce Carol Oates describió al boxeo como el «teatro trágico de Estados Unidos», la historia de Ruiz, hasta este momento, ofrece una alternativa estimulante y muestra que ese deporte todavía tiene el poder de inspirar.
Incluso antes de su victoria sorpresiva ante Joshua, parecía que el boxeo estaba reviviendo pues se ha registrado un mayor ingreso por las transmisiones de televisión y los aficionados ya estaban pensando en un combate por el título entre Joshua y el invicto Deontay Wilder, quien sólo posee un cinturón, mientras que Ruiz ostenta cuatro.
Una pelea entre Joshua y Wilder se había anticipado como el tipo de espectáculo clásico que convirtió al boxeo en un acontecimiento mundial antes de que otros deportes lo suplantaran, antes de las preocupaciones por las consecuencias perjudiciales a la salud y antes de que las estrellas del boxeo no lograran estar a la altura del magnetismo de Muhammad Ali.
Un personaje de caricatura
Antes de que empezara la pelea, mientras analizaba el físico de los competidores, uno de los comentaristas de la televisión señaló: » Anthony Joshua es el paquete completo. Vaya, casi es un personaje de caricatura. Es el dibujo de un campeón de los pesos pesados si lo estuvieras imaginando».
«Andy Ruiz Jr.», agregó el comentarista, «no es la belleza corporal andante».
Ahora, Ruiz Jr. le ha dado al boxeo una historia cautivadora. Tuvo la oportunidad de pelear por el título sólo porque el oponente original de Joshua no pasó varias pruebas de dopaje y logró una victoria sorpresiva parecida al célebre nocaut que Buster Douglas le propinó en febrero de 1990 al campeón invicto e indiscutible Mike Tyson, quien entró en el cuadrilátero con 37 victorias, 33 de ellas por nocaut.
Nacido en Estados Unidos aunque presume con orgullo sus raíces mexicanas, Ruiz Jr. se ha convertido en uno de los hijos favoritos de una comunidad de inmigrantes que anhelaba tener algo que celebrar en este lado de la frontera.
«El hecho de que sea el primer campeón mundial mexicano dentro de los pesos pesados es una bendición», comentó Ruiz Jr. la mañana del lunes, con una gran sonrisa en el rostro, mientras esperaba registrarse para su vuelo a Ciudad de México, adonde llevaba dos portafolios plateados con sus cinturones de campeonato.
En su ciudad natal de California, Imperial, con sus casas prolijas de techos bajos y paisajes suburbanos del desierto -como oficinas para pagar fianzas, puestos de tacos y centros comerciales-, el logro de Ruiz Jr. ha animado a una comunidad que se siente acosada por la división nacional en torno al tema de las personas inmigrantes.
«Los latinos podemos hacer algo por Estados Unidos», afirmó Andy Ruiz padre una mañana hace poco. Llevaba una gorra de béisbol con el apodo de su hijo, «Destroyer», mientras estaba sentado en su sala de estar, rodeado de trofeos y cinturones de campeonato. «No venimos aquí a sustituir a los blancos; venimos a trabajar, a establecer a nuestros hijos, para que puedan lograr algo en la vida».
Mientras conducía por Imperial, Ruiz padre mostró todos los sitios emblemáticos de la aclamada vida que ahora goza su hijo. El viejo gimnasio donde se ejercitaba cuando era un jovencito y peleaba contra boxeadores mucho más viejos que él ahora es el garage del departamento local de control de animales.
Sus restaurantes favoritos: Johnny’s Burritos, Donut Avenue y El Zarape, donde el rostro de Ruiz hijo emergió de la primera plana del periódico local en un exhibidor montado en un bordillo cercano. Luego Ruiz padre se detuvo en el Bachillerato de Imperial, donde su hijo nunca se graduó porque prefería participar en las peleas callejeras que estudiar.
«No se estaba portando bien, así que lo llevé a México», comentó el padre. Recordó los viajes interminables -de ida y vuelta a través de una frontera donde cada vez que cruzaban debían esperar horas- para que se entrenara en gimnasios mexicanos.
Para Ruiz Jr., el boxeo fue una herencia. En la década de 1960, su abuelo administraba un destartalado gimnasio de boxeo en Mexicali, en el lado mexicano de la frontera, a 32 kilómetros de Imperial. Andy Ruiz padre llegó a Estados Unidos cuando era niño, peleó en las calles de Caléxico, California, justo enfrente de Mexicali, y después entrenó a boxeadores, entre ellos a su hijo.
No obstante, Gamber señaló que «la gente del boxeo que había oído hablar de él sabía que tenía una reputación peligrosa». Gamber agregó: «Se ve torpe, como un chico gordito, pero es un hombre peligroso».
Ahora que Ruiz Jr. es campeón, ha buscado que la forma de su cuerpo sea parte de su atractivo estelar. «Muchos de nosotros nos podemos identificar con Andy por su aspecto», opinó Manny Robles, su actual entrenador. «Antes de la pelea, nadie creía en Andy; seamos sinceros. La mayoría de las personas no pensaba que podía ganar. Mírenlo, es gordito, tiene varios kilos de más. Es un peso pesado de México. Nunca ha habido un campeón mexicano de pesos pesados».
Ruiz padre comentó que quería hacer una película sobre su hijo y las escenas y el guión no serían difíciles de imaginar. Las salidas a correr temprano por la mañana en el parque Griffith de Los Ángeles, mientras entrenaba con Roach. El pequeño apartamento en Hollywood donde vivió durante esos días, su padre dormía en el sofá. Los cruces de la frontera, las peleas callejeras.
Este mes, Imperial tiene planeado realizar un desfile con el tema de México y un evento, ambos en honor a Ruiz Jr. Es un suceso importante para un lugar que no suele recibir el toque de la fama.
Susan Paradis, la directora ejecutiva de la Cámara de Comercio de Imperial, hizo notar que Cher y las gemelas Bella, un equipo que luchó en World Wrestling Entertainment (Lucha Libre), nacieron en la zona. «¿Pero un campeón de los pesos pesados?», se preguntó. «Nunca en la vida. Este será nuestro evento tipo Hollywood», agregó Paradis. «Estamos hablando de un evento de alfombra roja».
En el Madison Square Garden, después de que el referí diera por terminada la pelea y que Ruiz Jr. saltara por todo el cuadrilátero como un niño, el boxeador habló con su madre, Felicitas Ruiz. «Me dijo: ‘Se nos acabaron los problemas'», recordó. » ‘Lo logramos’, me dijo. ‘No lo puedo creer, pellízcame, mamá, lo logramos'».
Fuente: LA NACIÓN