Fue en el Grand Garden Arena de Las Vegas, Estados Unidos, en 2014. “El Chino” le asestó un tremendo golpazo al “Niño Bonito”, pero no pudo liquidar el pleito y el norteamericano se las ingenió para seguir la lucha. Ya se habían enfrentado el 3 de mayo del mismo año.
Por Sergio Alcides Ferrer / Mirador Provincial
Hace pocos días, el 13 de septiembre pasado, se cumplió un lustro de un hecho pugilístico que con el tiempo, y las reiteraciones de las imágenes por televisión o en Internet, fue cobrando dimensión y trascendencia. Aquel día, en el Grand Garden Arena del MGM Grand Hotel de Las Vegas, Estados Unidos, el recio peleador santafesino Marcos “El Chino” Maidana le arrancó limpito y de un solo derechazo a la mandíbula (claro, duro, contundente), uno de sus blancos molares al afamado y encumbrado Floyd Mayweather Jr., el “Niño Bonito”, la superestrella local.
Era la segunda pelea entre ambos y Marcos (que ya había sacado de quicio al habilidoso Floyd en el combate anterior, con sus peligrosísimas y embarulladas embestidas), volvía a estremecer a los telespectadores de todo el mundo a puro mamporro y trompada despareja. Es que millones de personas estaban pendientes de la posibilidad de que este argentino enjundioso y volátil pudiera llevarse a casa el promocionado invicto del “fastidioso” estadounidense. Por eso mismo, alguna vez escribimos que ese momento fue único e inolvidable, pero sin retorno. Lamentablemente, sin retorno.
El mejor golpe Chino Maidana ante Mayweather, que quedó trastabillando, y fue salvado por la campana. pic.twitter.com/e5LT6IbwSS
— El Round Final.com (@elroundfinal) July 26, 2017
Es imposible de volver hacia atrás. Lo sabemos. Pero si quisiéramos recrear un mito sobre lo ocurrido, para etiquetarlo bajo un rótulo y luego “eternizarlo” en nuestra memoria, como síntesis póstuma de esa segunda pelea entre Maidana y Mayweather Jr., estamos seguros que lo titularíamos “La noche del golpe que no alcanzó”. ¿Por qué? Porque de todo lo bueno y todo lo malo que pudo haber dejado para el análisis el desarrollo del match en cuestión, entendemos que la frase que sintetiza y engloba la esencia del segundo pleito es ésa. Ella capta, si bien lo hace con el hecho consumado, una de las ideas que motivaba nuestras principales dudas respecto al desquite entre estos púgiles.
El rival “servido”
Después del primer combate, muchos fanáticos seguidores de Marcos insistían en que en la revancha, “metiéndole una buena mano”, “El Chino” le iba a ganar al norteamericano. Decían que éste no lo iba a aguantar. Entonces les preguntábamos y nos preguntábamos a nosotros mismos: ¿Qué pasa si ese golpe de nocaut de Maidana llega, pero no alcanza? ¿Quién dice que Floyd no puede soportarlo o asimilarlo? ¿Dónde está escrito que el mejor golpe del santafesino puede liquidar, sí o sí, todo de un “plumazo”? ¿Por qué muchos, realmente muchos, insisten en que Marcos “no agarró bien todavía al negro, porque si lo agarra, lo destroza”?
El tiempo y la observación son siempre grandes aliados. Repasen y vuelvan a ver el final del tercer asalto de la segunda pelea, prestando especial atención en el golpe de derecha de Marcos que le hace volar a Floyd, literalmente, un diente. Ese golpe, que ha sido de lo mejor del repertorio de “bombazos” del artillero de Margarita en toda su carrera, llegó tan claro y justo, que le hizo un daño importante al norteamericano. Un daño visible y otro colateral, porque no solo sirvió para arrancarle una pieza dental (algo que muy pocos vieron en su momento, pero que ahora conoce todo el mundo), sino que -además- afectó su estabilidad (como todo impacto al mentón) y lo predispuso mal para el round siguiente.
Ese asalto se lo adjudicó Maidana, aunque lo iba perdiendo, porque una de las premisas que debe tenerse en cuenta para llevar tarjeta, ya sea en forma oficial o extraoficial, es la del último daño causado. Por ende, el peleador que lastima al otro sobre el final de un round, por más que haya sido superado el resto de la vuelta, debe adjudicarse el mismo. Si “El Chino” hubiera asestado ese golpe unos veinte o treinta segundos antes de la campana, hubiese terminado el combate, porque Floyd había quedado expuesto y “servido” para la ejecución.
Fíjense detenidamente en el primer movimiento, apenas instintivo, que hace una vez recibido el impacto. Estaba ido, obnubilado. Pero tuvo la entereza y el temple para recuperarse y volver así al cuarto round en mejores condiciones, prácticamente al ciento por ciento de sus posibilidades. Salió al nuevo asalto, trabó, se acomodó, y trabajó el primer minuto con mucho recelo, soportando las nuevas embestidas de Marcos. Se repuso, siguió y finalmente venció, igual que la primera vez.
redaccion@miradorprovincial.com