“Estaba viviendo una mentira”, contó el estadounidense, quien en diciembre de 2018 debutó arriba del ring con una victoria tras someterse a un tratamiento hormonal y varias operaciones
Las burlas eran parte de la vida cotidiana de Patricio Manuel a medida que fue creciendo. Los «no podés», también: «No podés hacer esto», «no podés ser como querés», «no podés mostrarte como sos», eran frases que se le repetían a menudo y que le atravesaban el alma. Y que, también, lo privaban de cumplir su sueño: ser boxeador.
Patricio Manuel, en realidad, no siempre se llamó así, sino que nació siendo mujer. Pero en diciembre de 2018, tras una lucha que duró años, logró algo histórico: se convirtió en el primer boxeador profesional transgénero, tras pelear en California ante el mexicano Hugo Aguilar y ganarle por puntos en una decisión unánime.
«Mucha gente decía que era imposible que yo, una persona transgénero, compitiera con alguien que no es transgénero. Esa noche les probé a todos esos que estaban equivocados», contó tiempo después Manuel, que nació en Santa Monica (California) hace 34 años.
«Pelee y logré mi primera victoria. Fue un triunfo doble porque pude desafiar muchas suposiciones sobre lo que alguien como yo podía hacer. Escuchar mi nombre cuando el árbitro me llamó o escuchar a toda la gente del estadio fue la experiencia más increíble de mi vida», agregó.
La pelea por su identidad
Llegar a todo esto no fue para nada sencillo para Patricio Manuel. «Cuando era chico siempre me consideré un niño. Pero me di cuenta rápidamente que a alguien como yo le dirían que era una chica. Así que aprendí a estar callado y a callar esa parte de mí», relató quien ahora es la nueva cara de la marca Everlast, una de las más conocidas en el mundo del boxeo.
En momentos en los que el «qué dirán» pueden afectar mucho a una persona, el estadounidense pasó por malos momentos. «Desafortunadamente, cuando te desvías de las normas que te impone la sociedad, debes pelear por tu identidad», contó.
Su lucha fue, en parte, interna. «El problema es que cualquier cosa que uno oculte durante mucho tiempo va a terminar mal. Para mí, me desconecté de mí mismo», dijo. Y remarcó: «La identidad es quiénes somos, pero también cómo el mundo nos percibe».
El boxeo, la puerta para lograr su objetivo
Lo cierto es que el deporte tuvo un papel importante en su pelea por mostrarse tal como es. «El boxeo me trajo de vuelta a mi cuerpo, me hizo volver a estar orgulloso de lo que podía hacer y me enseñó a pensar de otra manera», manifestó.
Si bien ahora ya cuenta con un registro oficial en el boxeo profesional masculino, Manuel también compitió en la rama femenina, a tal punto que en 2012 intentó ser parte del equipo de Estados Unidos para los Juegos Olímpicos de Londres como mujer.
Una lesión en el hombro se puso en el medio de su objetivo, pero eso también sirvió como primer paso para comenzar el camino de la transición.
La transición de mujer a hombre
Tras aquella fallida experiencia de 2012, Manuel comenzó un tratamiento hormonal supervisado por médicos. El primer paso estaba dado, pero faltaba superar la burocracia del mundo del boxeo para poder conseguir una licencia que le permitiera pelear profesionalmente como hombre.
«Mucha gente del boxeo me dijo que podría haber sido una de las grandes campeonas de boxeo femenino, pero que lo había tirado todo por la borda por querer ser yo mismo. Mi respuesta era: ‘Así de mal me sentía. Estaba viviendo una mentira'», relató.
Tras una cirugía en 2013, tuvo que esperar hasta 2016 para ver su sueño cristalizado: aquel año el Comité Olímpico Internacional permitió que hombres trans compitieran sin restricciones. Finalmente, en diciembre de 2018 tuvo su primer pelea profesional, aquella que ganó por puntos.
Un mensaje inspirador
Con el objetivo logrado, Manuel ahora busca que su mensaje llegue a la mayor cantidad de gente posible. «Quiero vivir en un mundo en el que ser uno mismo no sea visto como un acto de coraje», sostuvo.
«Quiero que todos seamos nosotros mismos, que nadie tenga miedo ni tenga que enfrentar obstáculos para llegar a ser uno mismo. Es algo universal, no importa la raza, religión o clase», concluyó.
Fuente: Clarín