En Argentina, muchos campeones mundiales de boxeo soñaron con ser futbolistas. Marcos René Maidana, quien fuera un digno volante central de la Liga Verense. Fue campeón, pero como «era vago», abandonó el fútbol y se dedicó al boxeo. La historia del Chino futbolista
Por Adrián Michelena
En Argentina, muchos campeones mundiales de boxeo soñaron con ser futbolistas. Los casos más conocidos son los de Diego Chaves (jugó hasta la cuarta de Vélez) y Sergio Maravilla Martínez, quien tuvo un lindo pasado en el Club Quilmes. Otro que aparece ahora en esa interminable lista es Marcos René Maidana, quien fuera un digno volante central de la Liga Verense. Fue campeón, pero como «era vago», abandonó el fútbol y se dedicó al boxeo. La historia del Chino futbolista, en una crónica imperdible de Un Round Más.
«Dale, Chino, que otra vez llegaste tarde», el grito es del Diente Centurión, en el atardecer santafesino. Otra vez, se quedó sin pilas el reloj del pequeño Marcos Maidana. «Así no vas a llegar a nada», lo regaña el entrenador, con bronca porque su número 8 anda descarriado. «Má, sí, tampoco para tanto», refunfuña el gurí de pelo corto y ojos achinados, mientras se ata los cordones para sumarse al entrenamiento. Las categorías 82 y 83 del Club Padre Francisco Bossio entrenaban juntas y eran competitivas en la zona y en la Liga Verense. Les tocaba enfrentar a equipos de la región como Calchaquí, Carlos Gardel, Unión y Belgrano, Huracán, Estudiantes, Ferro y Gimnasia. Pero si no entrenás, acá y en cualquier sitio, no llegás a nada. Si se lo habrán dicho al pequeño Marcos.
En su pre adolescencia, Chino Maidana repartía su vida entre las pasiones que conocía: la bicicleta (su papá, Orlando, era ciclista), la pelota y la bolsa de boxeo. En la cancha de once metía duro, era un leñador, jugaba de carrilero derecho y de volante central. Pero le faltaba disciplina. «El Chino jugaba de ocho, era buen jugador aguerrido… De un día para el otro no apareció más, hasta que me lo encuentro tirando piñas a una bolsa de cuero. ¿Qué hacés acá, que no tenés futuro?, le dije….Menos mal que no me hizo caso, pero bueno, el boxeo en esa época no exisitía, jaja, acá somos todos futboleros. Lo dirigí durante cuatro, cinco años, de los diez hasta los quince, tengo los mejores recuerdos de él», comenta Centurión, que colgó en Facebook una foto de un equipo que hizo historia.
El Club Sarmiento de Margarita, que dirigía el Padre Francisco Bossio, de la Liga Verense, tuvo una categoría, la 82 (reforzada con los nacidos en 83) que quedó en la historia grande del fútbol local. Uno de sus entrenadores, Cristian Cortese, sin dar muchas vueltas, dice que fue uno de los mejores equipos que vio en su vida, porque ganaban todo lo que jugaban. En 1997 se dieron el gusto de salir campeones. En la mitad de la cancha, el Chino raspaba que daba calambre. Y en el ataque, tenían un tanque que llegaría a meter más de cien goles en el fútbol grande de nuestro país: el ex nueve de Colón: Rubén Tito Ramírez (en la foto: abajo a la izquierda, con el brazalete rojo). Para más precisiones, este entrenador abre el arcón de los recuerdos.
«En 1997, Chino Maidana y Tito Ramírez compartieron equipo, es cierto, jugaron en Liga .. Esa foto que podemos ver la guardé porque era un equipo que ganaba todo. Como jugador, Marcos era muy rudo, era buen leñador, jugaba de volante, pero iba más por los compañeros, que para jugar. Es que era medio vago, le gustaba más la amistad, que entrenar…», comenta Cortese, que recuerda con emoción esos años de fútbol amateur. «El capitán y goleador era Tito. El equipo dependía de él. También había otro Ramírez (Elio Andrés) que no trascendió a nivel nacional. Era el batallador de ese equipo, un Mascherano, el que metía la pierna fuerte».
En ese campeonato, cuentan los memoriosos, el Chino dejó todo en la cancha y le tocó marcar a muy buenos delanteros, entre ellos, el Tata Bieler, que vestía la camiseta de Huracán de Vera. «La especialidad del Chino era correr», apunta con sorna, Centurión, y agrega: «Recuerdo que una vez quedó solo con el arco vacío, y empezó a correr para meterla, pero la tiró afuera». Poco a poco los sueños de ser el cinco de Colón de Santa Fe empezaban a esfumarse. «La canchita está a las afueras del pueblo y el campo donde vivía Marcos, a un kilómetro más o menos. Tenía que transitar un caminito rural. Por eso llegaba tarde, tal vez, ja», agrega Centurión.
A pesar de practicar un deporte colectivo, Maidana no se hablaba prácticamente con nadie. Su único amigo era el Hacha Espinoza, un número tres, que según cuentan, le pegaba todo lo que se movía. Espinoza terminó preso y cada vez que Maidana anda por Santa Fe, lo va a visitar al penal. Pero volviendo al fútbol, la que toma la palabra ahora es Olga, la mamá del campeón. «Tanto que renegué con mi hijo, se venía en bicicleta, y yo tenía miedo que le pasara algo. Pensé que iba a ser futbolista, o ciclista, y me salió boxeador. Estoy feliz de todo lo que logró». El protagonista de esta historia, también tiene algo para decir: «El Diente Centurión me venía a buscar a mi casa para que dejara el boxeo, menos mal que no le hice caso, ja».
BONUS TRACK-MAIDANA VS LA BARRA DE UNIÓN
“Yo soy bien santafesino y de Colón, una vez me topé con la barra de Unión, a la salida de la cancha, habían cortado la calle, y me decían: «Tocá, bocina si tenés huevos, dale, tocá bocina». Y les dije: » No está bien». Igual me abollaron el auto con los tambores jaja”.