El 19 de junio de 1936, el invicto Joe Louis recibía en el Yankee Stadium de Nueva York al alemán Max Schmeling. “El bombardero de Detroit”, como se le conocía a Louis, era un ídolo de las multitudes, sobre todo en los jóvenes de color que veían en él una esperanza para terminar con el racismo existente en ese entonces en Estados Unidos.
El alemán Schmeling, llegó al combate en representación de un régimen dictatorial que se encontraba en su punto de ebullición. Adolf Hitler había comenzado con su política expansionista y no podían dejar pasar la oportunidad de demostrarle al mundo la superioridad del peleador alemán.
En el combate, ambos guerreros pelearon con el corazón y dejaron todo sobre el ring. En el round 12, Schmeling conectó a Louis dejando a todo el Yankee Stadium enmudecido. Fue la primera vez que el peleador local perdía, en pleno conflicto político y encima contra un peleador alemán que parecía indestructible esa noche.
La victoria de Max fue utilizada como propaganda política del nazismo a través de la representación de la misma como “Un triunfo de la raza aria”, elevando a Schmeling a la categoría de héroe nacional.
Al año siguiente Louis ganó el título de campeón del mundo al noquear en el round 8 al duro peleador James Braddock, convirtiéndose en el primer hombre de color en ser campeón mundial desde que Jack Johnson lo logró en 1915.
Joe comentó que no se sentiría un verdadero campeón, hasta que derrotara al único boxeador que le había hecho conocer la derrota, Max Schmeling.
La fecha de la revancha fue pactada para el 22 de junio de 1938. En los días previos a la pelea, Louis visitó al entonces presidente de Los Estados Unidos, Franklin Roosevelt. Según el New York Times las palabras textuales del mandatario fueron: “Joe, necesitamos músculos como los tuyos para derrotar a Alemania. Recuerda que cuando una causa es justa un americano nunca pierde”.
Con un combate cargando de connotaciones políticas, los norteamericanos necesitaban un triunfo. La revancha desde su punto de vista era el combate de Estados Unidos frente a la Alemania Nazi, la libertad frente al fascismo, la pelea del bien contra el mal.
El 22 de junio de 1938, quedará para siempre en la historia. Con 24 años y con un peso de 200 libras, Joe Louis recibía nuevamente en el Yankee Stadium a Max Schmeling de 32 años y con peso de 194 libras. Más de setenta mil personas habían comprado su boleto de entrada, el combate fue transmitido por radio en cuatro idiomas distintos (inglés, alemán, portugués y español) y se estima que fue escuchado por más de 65 millones de personas en todo el mundo.
Increíblemente, la pelea duró solo dos minutos y 4 segundos. Al sonar la campana Joe salió disparado de su esquina poniendo contra las cuerdas a su rival. Tras una gran combinación, Max, a punto de caer, quedó sostenido de las cuerdas. La lluvia de golpes de Louis no cesaba, Schmeling solo levantaba los puños mostrando una débil defensa. Cayó al suelo por primera vez y se levantó. Ya reincorporado se abalanzó sobre el norteamericano, quien lo esperó con una mano derecha que lo depositó nuevamente a la lona. Cuando Max intentaba reincorporarse, su esquina decidió tirar la toalla para evitar más castigo.
Coincidentemente tras la pelea, ambos peleadores fueron enlistados en los ejércitos de sus países para la Segunda Guerra Mundial, principalmente para ser usados como herramientas de propaganda.
Schmeling fue enlistado en el cuerpo de paracaidistas mientras que Louis visitaba campos militares para realizar exhibiciones de boxeo.
Cuando terminó la guerra, Max y Joe se reunieron para iniciar una gran amistad.
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