Pedro Lovell se inició como futbolista en Independiente, pero tenía el boxeo en sus genes: viajó a Estados Unidos para iniciar su carrera profesional y tuvo un combate estelar con el hombre que le partió la mandíbula a Muhammad. Al unísono, se convirtió en un personaje clave de la saga de Stallone

Por Rodrigo Tamagni – Infobae

25 de noviembre de 1975, Filadelfia, anuncia la placa en la película. Entre el humo, el griterío y los objetos que vuelan al ring, Spider Rico y Rocky Balboa cruzan golpes y entrelazan sus cuerpos en un combate reñido. Rico, inesperadamente, le mete un cabezazo quedando al borde de la descalificación. Balboa se enloquece, lanza un sinfín de golpes y casi saca del cuadrilátero a su rival. Triunfo por KO en su primer evento en el film. “Tuviste suerte esta noche”, le advierte segundos más tarde Spider al Semental Italiano en el vestuario. En los primeros minutos de la emblemática entrega inicial de Rocky se reparten protagonismo Sylvester Stallone y Pedro Lovell, el boxeador argentino, que quedó en la historia tanto por esa pequeña pero recordada participación en uno de los íconos del cine como por su carrera pugilística que tuvo su pico con el combate ante el poderoso Ken Norton.

Su caso es atípico. Particular. Los especialistas en boxeo intentaron contactarlo durante mucho tiempo, pero Pedro siempre se mostró distante, como escapando a lo mediático. Su historia es una perla de las más interesante. La tradición pugilística la iniciaron su padre Alberto (oro olímpico en Los Ángeles ’32 que se retiró de los cuadriláteros con una derrota en el Luna Park ante el emblemático Archie Moore) y su tío Guillermo (plata en Berlín ’36). Pedro y su hermano, Alberto Jr., siguieron los pasos: el mayor de la dinastía llegó a enfrentar a Ringo Bonavena en dos ocasiones y tuvo dos fallidas actuaciones por el título argentino de los pesados.

Bajo esa línea, Pedro fue tras su destino, decidió vivir en Estados Unidos y hacer toda su carrera allí. O, más bien, casi toda: la anteúltima pelea que realizó, cuatro meses antes de su retiro, la llevó a cabo en Florencio Varela contra Juan Antonio Musladino. Fue la única presentación en su país de origen para el nacido en Quilmes. “Era un muchacho que tenía una gran genética deportiva. Era un boxeador ortodoxo, con automatización en el jab de izquierda. La estructura física no era muy adecuada para tener un futuro en la carrera de los pesados”, revive el especialista Ernesto Cherquis Bialo en Infobae sobre aquel hombre que antes de ir en busca del gran sueño americano había tenido un paso por la reserva de Independiente.

“No creo que haya muchas personas vivas que puedan contarte la infancia y juventud con los Lovell. Vivía a cuatro cuadras de la casa de Pedro. Fuimos amigos de toda la vida y jugábamos el clásico del barrio. ¡Si me habrá cagado a patadas! Después en Independiente jugábamos juntos: yo era wing izquierdo y él jugaba de cuatro, era un defensor nato. Se equivocó, con la altura que tenía tendría que haber jugado de dos o de seis, pateaba con las dos piernas. Llegó hasta la reserva, pero no me acuerdo si lo dejaron libre. Era buen jugador, muy recio”, lo recordó ante este medio el emblemático periodista partidario de Independiente Eduardo Motoneta González, quien lo conoció en su infancia y compartió las inferiores del Rojo a comienzos de los 60.

Sin embargo, el núcleo de la película de su vida bien podría resumirse en apenas dos años. Aquellos que le dieron sus mejores oportunidades boxísticas. Las reales y las de fantasía. Tan importantes unas como las otras. En los primeros días de 1976 se comenzó a grabar la ópera prima de Stallone como guionista. Para entonces, Lovell hacía méritos para apodarse el rey del nocaut: 14 de sus 16 victorias habían sido por la vía rápida y se había ganado el derecho a batallar contra el reconocido Ken Norton también durante enero de 1976.

El propio Norton rememoró lo sucedido en su libro Going The Distance: “Cada vez que reflexiono sobre mi carrera en el boxeo, un incidente en la pelea con Pedro Lovell siempre revuelve mi memoria. ‘¡Voy a destruir a este hombre!‘, me jacté ante la revista The Ring. Ahora que era el contendiente número 1 del mundo, comenzaba a ponerme un poco arrogante. Lovell sólo había tenido una derrota en dieciocho combates y varios nocauts en su historial. Muchos expertos pensaron que por 100.000 dólares corría un gran riesgo al pelear contra Lovell, a pesar que era el favorito 5-1″. En aquel relato, el emblema norteamericano revivió también esos pasos del argentino en el cine: “Lovell recientemente se había mudado a los Estados Unidos para mejorar su carrera en el cine y buscar un mayor grado de competencia entre los pesos pesados. Por su bien, esperaba que tuviera talento como actor, porque planeaba descarrilar su ascenso en las filas de los pesos pesados”.

El resultado fue contundente: Lovell soportó durante los dos primeros rounds con un nivel alentador, pero lo que ocurrió en los siguientes lo demolió. El árbitro detuvo la pelea en el quinto asalto al ver la brutal paliza que recibía el argentino. “Su cara estaba hinchada en varios lugares y sus dos ojos comenzaron a cerrarse. Además, tenía muchos cortes faciales. Aturdí a Pedro dos veces antes de aterrizar un gancho izquierdo sólido en su cabeza que literalmente lo hizo girar”, narró Norton en su libro. “Ken Norton no llegó a campeón del mundo porque le tocó alternar con los mejores de la categoría de la década, Foreman y Alí. Era un boxeador muy calificado”, definió Cherquis a un hombre que es parte del Salón de la Fama y está ubicado como el 22° mejor peso pesado de la historia por la revista The Ring.

 

Lo llamativo es que Norton y Lovell casi son compañeros en Rocky: el hombre que pasó a la historia por –entre otros méritos– partirle la mandíbula a Alí en uno de los tres combates que mantuvieron (Muhammad ganó los dos restantes) iba a interpretar inicialmente a Apollo Creed, pero abandonó el papel rápidamente para sumarse al proyecto The Superstars de ABC. No hay precisiones sobre cómo hizo Lovell para conseguir el papel en Hollywood, pero Motoneta confiesa que la idea de ser parte del ambiente artístico siempre recorrió la cabeza de su viejo amigo: “Nunca tuve en claro por qué se fue a Estados Unidos a boxear, pero siempre tuvo aires de artista; quería bailar, cantar…”.

El adiós del boxeo para Lovell fue por la puerta grande a fines de 1977, pocos meses después del estreno de Rocky. Cayó por decisión unánime en el Convention Center de California contra Mike Weawer, quien años más tarde se transformaría en campeón mundial de los pesados. Su historia, amparada por su decisión de esquivar a los medios, se diluyó con el paso de los años.

“Yo le perdí el rastro, era otra época y las comunicaciones no eran como hoy. Volvió de Estados Unidos a vivir en Bernal antes del 2000 y me vino a visitar. Salimos, comimos asado, lo llevé a la radio… Él era de Boca, pero lo llevé a la cancha de Independiente y después le perdí el rastro de vuelta. Me llamó la atención que no volví a escuchar más de él”, recordó González sobre su amigo de la juventud.

Lovell, que tuvo el honor de ser el primer boxeador en combatir contra Rocky en escena, revitalizó repentinamente a su álter ego en la ficción con un guiño clave en la extensa saga: en el 2006, Stallone lo eligió para que fuera parte de Rocky Balboa, la sexta entrega de la producción. El ex deportista argentino, allí, se puso otra vez en la piel de Spider Rico para transformarse en empleado del restaurante italiano llamado Adrian’s y hasta mantuvo unas líneas de diálogo con su antiguo contendiente. Sin embargo, esa no es toda su relación con una historia que cosechó el Oscar a Mejor Película en 1976 entre las 10 nominaciones que recibió por entonces: en los últimos meses se viralizó en redes sociales una escena que fue eliminada de Creed II (a grandes rasgos, la octava pieza del film) donde se ve a Stallone en el funeral de Rico.

Como si todo esto no fuese suficiente, una empresa de juguetes lanzó años atrás los muñecos de la historia y el Spider Rico de Lovell tuvo su lugar: el personaje que comenzó valiendo unos 8 dólares en los supermercados norteamericanos en el 2006 incrementó su valor para los coleccionistas con el paso del tiempo y cotiza entre los 20 y los 80 dólares en distintas tiendas online hoy en día. A esa repercusión por fuera de la pantalla grande hay que sumarle también que es parte de los videojuegos Rocky (2002), Rocky Legends (2004) y Rocky Balboa (2007).

La última información fiable que existe sobre su misteriosa historia de vida data de enero del 2015, cuando el departamento de Policía de Mountain View (California) publicó una foto de él e informó en sus redes sociales que estaban buscando al “residente Pedro Osvaldo Lovell de 69 años” que había salido a caminar y no había regresado a su casa. Horas más tarde, el mismo organismo confirmó que Pedro había sido hallado en buen estado y llevó tranquilidad a la comunidad.

¿Qué otros papeles le habrá preparado el destino a este multifacético actor de la vida tras refugiarse en el silencio del anonimato?